Viaje al centro de Vietnam

De HCMC tomamos un bus mañanero para ir a Dalat, en las montañas situadas a unas 5 horitas hacia el noroeste de la capital. Dalat es una ciudad construida alrededor de un lago y rodeada de campos de cultivo. Hace fresquito y los vietnamitas lo han convertido en su huerto particular. Además, resulta que incluso hacen vino!!! Bueno, lo del vino es una historia... Después de informarnos un poco más, resulta que la uva la cultivan cerca de la costa y luego la traen a Dalat para la producción vinícola. Una trampita pero es para conservar la importante (y única) denominación de origen Dalat. La calidad? Bueo, no mata a nadie, pero es de Vietnam!!!




Vista de la zona de Dalat.

En Dalat, desde hace ya un tiempo han ido surgiendo unos personajes curiosos, los easy raiders. Los easy raiders son tipos que con su propia motillo se proponen como guías para visitar los alrededores de la ciudad. En realidad, cualquier tipo con una moto es un easy rider en Dalat, y nada más llegar ya teníamos a la infanteria de easy riders pidiéndonos que los contrataramos para la jornada. Al final, uno de ellos nos pareció simpatico y decidimos, viendo que éramos tres, contratarlo a él y a su motillo para pasear por Dalat. Dos iríamos en una moto alquilada y el tercero de paquete con nuestro easy rider. Esta opción resultó genial pues pasearse por los caminos de Dalat es complicado (hay un montón de carreteras y no sabes donde conducen... ni con un mapa). Visitamos algunas pagodas, una família que producía su propio vino de arroz (y que nos encantó!!), una fábrica de seda, cascadas y la Crazy House, una casa diseñada por la hija de un expresidente de Vietnam y un poco excéntrica. La casa es crazy, crazy, y al inicio, cuando dije que venía de Barcelona, nos dijeron que era de un estilo gaudineano. Para mi le falta como un poquitín (como la distancia de la Tierra a la Luna, aproximadamente) para parecerse a la Sagrada Família, pero sobre gustos... Por cierto, una de las mejores experiencias de la jornada, el papeo! Nos paramos a comer en el restaurante de un compi del easy rider y nos pusimos las botas!! Brutal...

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Nuestro easy rider con su paquete, Paul.




La fábrica de seda. Increible que de un gusano se pueda extraer un tejido.

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Ñam, Ñam!! Un festín con nuestro easy rider!

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La Crazy House. Igualito que la Pedrera, igualito...

En Vietnam hay un fenómeno mochilero que se llama Open Bus. Estos open bus son autobuses que siguen una ruta más o menos fija de HCMC a Hanoi (o viceversa) y que con un solo ticket y avisando con un día de antelación, puedes tomar cuando te de la gana. Pueden ser con asientos (los buses normales, vamos...) o bien con camas! Sí, en el bus solamente hay camas, no hay asientos! Y claro, las camas son tamaño vietnamita, no tamaño europeo con lo cual, si habeis leído el post de los túneles, os imaginareis que el confort no está del todo garantizado.

Pues bien, para salir de Dalat dirección Hoi An, tomamos uno de estos buses con cama. Evidentemente llegamos a Hoi An al cabo de unas 20h (con parada en Na Trang para el primer bañito en aguas Viets) y no hace falta decir que cuando bajamos del autobús parecía que nos habían pegado una paliza de lo hechos polvo que estábamos. En fin, que medio mareados finalmente llegamos a Hoi An.

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Open Bus = Espacio + Confort

Hoi An es seguramente la ciudad más bonita de Vietnam. Pasearse por el centro de la ciudad es como saltar al pasado. Todas las casas y calles han conservado un antiguo estilo asiatico chino-japonés, pues era un centro de comercio de estas dos grandes culturas. Muestras de todo ello las encontramos en las pagodas, las antiguas casas familiares que aún siguen en pie igual que hace 100 años, el puente japonés, etc. Todo ello dando al río con lo cual la imagen es de lo más bella... Por no hablar de otra de las mejores cosas que ofrece la ciudad: la comida! Hoi An es conocida por su cocina tradicional. Hay platos típicos como la rosa blanca, el won ton y el cau lai que son para rechuparse los dedos! Cerca del mercado hay unas paraditas donde te sirven la mejor comida acompañada de medio litro de cerveza a menos de 25 céntimos de euro, así que ya os podeis imaginar los festines que nos marcamos. Es muy fácil quedarse en Hoi An por unos cuantos días. Es muy muy turístico pero a la vez muy agradable. En realidad, en el centro, solamente hay restaurantes, bares, tiendas de souvenirs, sastrerías y zapaterías. Solo eso. Pero cada comercio está alojado en una de esas casas del siglo pasado y las calles son peatonales así que pasearse es un gusto. Por cierto, bares y restaurantes fashion no faltan en casi cada esquina. También hay otro elemento intersante, la playa. Está a unos 2-3km de la ciudad y se llega fácil con la bici, principal medio de transporte de la zona. Y en la playa, birras en la arena y bañitos fresquitos contemplando los pescadores saliendo a faenar con una barca que esta vez sí, parece literalmente un cascarón. Total, nos quedamos cuatro días, nos hicimos dos trajes a medida, dos camisas, un abrigo, un vestidito, alguna otra prendita estilo asiático, botas y zapatos, etc. Vamos, que llenamos medio armario de "souvenirs".

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Vista de Hoi An desde el rio.

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Una calle cualquiera de la ciudad. Hermosa...

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El puente japones de Hoi An.

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Un puesto de farolillos en medio de la calle.

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Ahi tenemos a nuestro marinero en su cascaron!

Costó irnos, pero queríamos conocer la antigua ciudad imperial de Hue, situada a unas 4 horitas en bus dirección norte. Hue, conocida también, entre otras cosas, por su gastronomía (sí, en Vietnam nos estamos poniendo las botas pero bien... bien...) y por tener la antigua Ciudadela Imperial. Visita obligada, alquilamos unas bicis porque si bien el interior se tiene que hacer a pie, la zona amurallada es gigante y es mejor descubrirlo pedaleando. La ciudadela nos gustó. La visitamos con Hannah, una chica alemana que conocimos durante el trayecto de bus y que nos acompaño en nuestra estadía en Hue. Como decía, la ciudadela nos gustó. Es enorme y llena de pabellones la mayoría lacados de rojo combinando colores dorados, los colores imperiales. El problema es que durante la guerra se ve que a algun piloto americano se le fue la mano con las bombas y arrasaron con la mayor parte de la ciudadela. Una lástima... Pero lo que queda en pie es suficientemente impresionante para darte cuenta de la grandeza del lugar. Por la noche nos marcamos un homenaje... Sí, otra vez comida! Paul nos invitó a uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Y tal vez uno de los menos conocidos!! Ni el taxista sabía como llegar ni los del hotel sabían que existía... Escondido en una callejuela en un barrio alejado del centro, el restaurante es una antigua casa tradicional, con los pabellones rodeando una zona enorme y ajardinada, propiedad de un descendiente de la família imperial. La noche que fuimos solamente servían tres mesas, las únicas que había y que situaban medio perdidas en la zona del jardín. Menú fijo ilustrado en un abanico de papel de arroz y la comida, excepcional. Una gran experiencia en la ciudad imperial.

Al día siguiente, los cuatro alquilamos motillos. Objetivo: visitar las tumbas de los antiguos emperadores. Los alrededores de Hue están llenas de estas "tumbas" imperiales, recintos más o menos grandes donde los emperadores construían templos y pabellones para cuando pasaban a mejor vida. Se ve que era entonces cuando tenían que estar cómodos... Nosotros elegimos visitar dos de los más importantes, el del emperador más megalomano y el del más antiguo. Una buena elección. El del primero, bastante actual comparado con el resto (aprox del 1925), es una bestialidad. Solamente comentar que el pabellón principal todas las paredes están recubiertas de mosaicos que se realizaron con los pedacitos de objetos de porcelana valiosísimos que fueron rompiendo a medida. El segundo, más antiguo y con pabellones más pequeños, está situado al borde de un lago que le da un aire de paz y tranquilidad increible. Este emperador no era tan megalómano como el anterior, pero mucho mas desconfiado. No hay un pabellón donde esté enterrado. Como a los emperadores los enterraban con su tesoro, el tipo decidio que lo enterraran en medio de una colina, en un lugar secreto para que nadie pudiera robarle el tesoro. Como si lo fuera a necesitar el campeón...
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La inmensa puerta de la ciudadela. La entrada del medio estaba reservada al emperador, las de al lado, para los mandarines, y las laterales mas pequeñas para soldados y... elefantes!!!

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El pabellon central. Uno de los pocos que quedaron intactos durante la guerra.

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La plaza de la bandera de Hoi An. Aqui Ho Chi Minh hizo la bandera y empezo el "espectaculo".

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La tumba del emperador desde el exterior. Tambien se hacian acompañar por soldados y mandarines (aristocratas) de piedra.

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Increible tumba del emperador. Lujo por todas partes...

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Este es el coche que condujo el famoso monje budista que se quemo a lo bonzo para reclamar mas libertades en el pais y que salio fotografiado en todo el mundo. Como dice el cartel, una reliquia...

Desde Hue queríamos tomar el mítico tren de la reunificación hasta Hanoi. Pero al final fue imposible por culpa de los horarios con lo cual no tuvimos más remedio que retomar uno de nuestros queridos Open Bus cama tamaño vietnamita y pasar una magnífica noche en la carretera.

2 comentarios:

tipiconsla dijo...

Que chulo todo... ahora, me han dado ganas de ir a un Vietnamita a comer :)

Vietnamitas en Madrid dijo...

Interesante viaje por Vietnam.
Nos aleja saber de que te gustó.
Un saludo
Vietnamitas en Madrid